Un estudio publicado en la revista PLOS Neglected Tropical Diseases el 5 de junio de 2025 revela que los cannabinoides cannabidiol (CBD) y cannabidivarina (CBDV) poseen potentes propiedades antifúngicas, ofreciendo nuevas perspectivas en la lucha contra infecciones graves causadas por hongos, particularmente el Cryptococcus neoformans. Este hongo es responsable de enfermedades mortales en pacientes inmunodeprimidos, como personas con VIH o receptores de trasplantes.
Acción antifúngica de los cannabinoides
La investigación demuestra que tanto CBD como CBDV no solo inhiben el crecimiento de varios patógenos fúngicos, sino que también los eliminan activamente, lo que los califica como fungicidas. Además, estos compuestos tienen la capacidad de interrumpir la formación de biopelículas, reducir la cápsula protectora del C. neoformans y alterar la morfología de sus células, debilitando así su estructura y supervivencia.
Los análisis proteómicos realizados por los investigadores muestran que CBD y CBDV afectan profundamente la integridad de la membrana fúngica, interfieren en funciones mitocondriales y alteran diversas vías metabólicas esenciales para la vida de los hongos. Estas propiedades multifacéticas hacen que los cannabinoides sean una alternativa prometedora para el desarrollo de nuevas terapias antifúngicas, en un contexto donde los medicamentos convencionales presentan resistencia en algunos patógenos.
Diferencias entre el CBD y el CBDV
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es la diferencia de eficacia entre CBD y CBDV. Si bien ambos demostraron potencial antifúngico, el CBDV fue más efectivo, especialmente en la alteración de biopelículas maduras y en la reducción del grosor de la cápsula protectora fúngica. Esta diferencia sugiere que incluso pequeñas variaciones estructurales en los cannabinoides pueden generar impactos significativos en la actividad biológica, resaltando la importancia de conservar la diversidad química de los compuestos presentes en el cannabis.
El estudio subraya la importancia de los extractos de cannabis de espectro completo, ya que estos contienen una variedad de cannabinoides, terpenos y flavonoides que trabajan de manera conjunta para potenciar los efectos terapéuticos, un fenómeno conocido como efecto séquito. Los investigadores enfatizan que estas combinaciones naturales pueden ofrecer ventajas sobre el uso de moléculas aisladas en tratamientos médicos.
Pruebas in vivo y comparación con tratamientos convencionales
Un aspecto clave del estudio fue la experimentación in vivo en larvas de Galleria mellonella, un modelo utilizado para evaluar infecciones. En una aplicación tópica, el CBD mejoró significativamente la supervivencia de las larvas infectadas, mostrando resultados superiores a la anfotericina B, un antifúngico convencional ampliamente usado en medicina.
Este hallazgo sugiere que el CBD podría convertirse en una alternativa segura y eficaz para tratamientos antifúngicos tópicos, especialmente en heridas o quemaduras que pueden desarrollar infecciones graves. La investigación también abre la puerta a explorar cannabinoides en tratamientos sistémicos, aunque todavía faltan estudios clínicos en humanos para confirmar su aplicación en terapias médicas.
Conclusión y futuro de las terapias con cannabinoides
Los hallazgos de este estudio refuerzan el creciente interés en el uso de cannabinoides en la medicina moderna, particularmente para enfrentar infecciones fúngicas resistentes. La evidencia sugiere que estos compuestos podrían convertirse en una alternativa natural y segura, en contraste con los antifúngicos actuales, que pueden generar efectos secundarios significativos.
La investigación también destaca la importancia de seguir explorando combinaciones de cannabinoides en lugar de aislar moléculas individuales, ya que la interacción entre varios compuestos parece potenciar sus efectos antifúngicos. Futuras investigaciones deberán confirmar estos resultados en humanos y evaluar posibles aplicaciones clínicas en el tratamiento de micosis sistémicas o infecciones resistentes.
Este estudio no solo refuerza el potencial médico del cannabis, sino que también plantea nuevas posibilidades en la creación de tratamientos antifúngicos innovadores.
